
La aventura de ser maestro, en verdad que si es una aventura, los profesionistas que se dedican a esta labor nunca se imaginan las dificultades a los que estamos expuestos, desde el inició al no saber como enfrentar a un grupo de jóvenes (en nuestro caso), ya que son tan diversos que a veces tenemos que olvidarnos de nuestra labor y ocupar otra, que es la de ser consejeros.
En mí caso soy economista de profesión, sin embargo, anhele ser docente; y nunca me imagine lo que estaba por venir; todo empezó con unas clases que les impartí a mis compañeros de la universidad para pasar una materia; me gusto y heme aquí, escribiendo sobre mi labor docente. Lo primero que hice al recibir mi titulo fue investigar sobre la posibilidad de llevar mi currículum a las escuelas de nivel medio superior, y la primera fue el Colegio de Bachilleres, ya que salio la convocatoria para la bolsa de trabajo de dicha institución, al poco tiempo; por suerte, empecé a laborar.
Creo que la aventura inicia aquí, el primer día de clases; para mí; ese día estaba nerviosa por enfrentarme a esos rostros desconocidos, que me miraban cautelosos y a la vez en espera de lo nuevo que les podría presentar, actué como lo había visto con mis profesores anteriores, presentándome y escribiendo en el pizarrón mi nombre, la asignatura, horario y los lineamientos de calificación. Después vino el interrogatorio sobre algunas cuestiones, creo salí bien librada para ser mi primer día de clases, no como estudiante, ahora como profesora.
Por imitación más no por experiencia comencé mí aventura en las aulas, continuamente me hago muchas pregunta, respecto a mí inclinación por la docencia, no se realmente pero cada clase la disfruto mucho, pero hay veces que salgo de las aulas frustrada por lo poco que consigo de los alumnos, otras por lo que encuentro en ella, por ejemplo las instalaciones sucias y pintadas, pero muchas veces porqué los jóvenes no se comprometen. Sin embargo; me veo convencida de influir en la formación de los alumnos; con respeto, cariño hacia mí profesión y responsabilidad.
Esta satisfacción me ha acompañado durante cinco años, que me han parecido sólo unos minutos.
El interactuar con jóvenes de entre 15 y 18 años en promedio ha significado un reto; no es fácil, ya que están en la edad en que todo quieren probar, incluso aquello que les podría provocar daño. Nosotros somos a veces los confidentes de sus sinsabores con sus amigos o padres, de sus expectativas de vida, de sus desamores y de sus fracasos, incluso de sus arranques de rabia. Pero que bien se siente interactuar con ellos; cuando sonríen, cuando participan, o cuando nos agradecen lo que aprendieron de nosotros. Recuerdo un gesto de una muchachita que me sonrió, me acarició el cabello y después me comento que había llegado a estimarme mucho, esta acción la recurso siempre y me impulsa a seguir dando lo mejor de mí.
Estoy satisfecha de lo que he logrado a lo largo de mi actuar como profesora en la educación media superior, observo que soy responsable, los valores que he internalizado los pongo en práctica, voy a cursos a tratar de actualizarme continuamente, suelo usar estrategias que aprendo en esos cursos, cambio de estrategias cuando los alumnos no responden a las expectativas, y obtengo resultados que creo son favorables, algunos alumnos que ingresaron a la universidad vienen a darme las gracias.
Pero siempre existe algo que nos deja mal sabor de boca y es sin duda nuestro actuar ante algunas circunstancias, como los accidentes que pasan en la escuela, los grupos porriles, las actitudes de algunos alumnos, los vicios que traen algunos jóvenes, y el actuar de algunos de nosotros que no se suben al mismo barco o reman contra corriente; y la falta de instalaciones, así como las condiciones de las instalaciones y el desorden que se vive en la instalaciones por la complicidad de muchos de nosotros.
En mí caso soy economista de profesión, sin embargo, anhele ser docente; y nunca me imagine lo que estaba por venir; todo empezó con unas clases que les impartí a mis compañeros de la universidad para pasar una materia; me gusto y heme aquí, escribiendo sobre mi labor docente. Lo primero que hice al recibir mi titulo fue investigar sobre la posibilidad de llevar mi currículum a las escuelas de nivel medio superior, y la primera fue el Colegio de Bachilleres, ya que salio la convocatoria para la bolsa de trabajo de dicha institución, al poco tiempo; por suerte, empecé a laborar.
Creo que la aventura inicia aquí, el primer día de clases; para mí; ese día estaba nerviosa por enfrentarme a esos rostros desconocidos, que me miraban cautelosos y a la vez en espera de lo nuevo que les podría presentar, actué como lo había visto con mis profesores anteriores, presentándome y escribiendo en el pizarrón mi nombre, la asignatura, horario y los lineamientos de calificación. Después vino el interrogatorio sobre algunas cuestiones, creo salí bien librada para ser mi primer día de clases, no como estudiante, ahora como profesora.
Por imitación más no por experiencia comencé mí aventura en las aulas, continuamente me hago muchas pregunta, respecto a mí inclinación por la docencia, no se realmente pero cada clase la disfruto mucho, pero hay veces que salgo de las aulas frustrada por lo poco que consigo de los alumnos, otras por lo que encuentro en ella, por ejemplo las instalaciones sucias y pintadas, pero muchas veces porqué los jóvenes no se comprometen. Sin embargo; me veo convencida de influir en la formación de los alumnos; con respeto, cariño hacia mí profesión y responsabilidad.
Esta satisfacción me ha acompañado durante cinco años, que me han parecido sólo unos minutos.
El interactuar con jóvenes de entre 15 y 18 años en promedio ha significado un reto; no es fácil, ya que están en la edad en que todo quieren probar, incluso aquello que les podría provocar daño. Nosotros somos a veces los confidentes de sus sinsabores con sus amigos o padres, de sus expectativas de vida, de sus desamores y de sus fracasos, incluso de sus arranques de rabia. Pero que bien se siente interactuar con ellos; cuando sonríen, cuando participan, o cuando nos agradecen lo que aprendieron de nosotros. Recuerdo un gesto de una muchachita que me sonrió, me acarició el cabello y después me comento que había llegado a estimarme mucho, esta acción la recurso siempre y me impulsa a seguir dando lo mejor de mí.
Estoy satisfecha de lo que he logrado a lo largo de mi actuar como profesora en la educación media superior, observo que soy responsable, los valores que he internalizado los pongo en práctica, voy a cursos a tratar de actualizarme continuamente, suelo usar estrategias que aprendo en esos cursos, cambio de estrategias cuando los alumnos no responden a las expectativas, y obtengo resultados que creo son favorables, algunos alumnos que ingresaron a la universidad vienen a darme las gracias.
Pero siempre existe algo que nos deja mal sabor de boca y es sin duda nuestro actuar ante algunas circunstancias, como los accidentes que pasan en la escuela, los grupos porriles, las actitudes de algunos alumnos, los vicios que traen algunos jóvenes, y el actuar de algunos de nosotros que no se suben al mismo barco o reman contra corriente; y la falta de instalaciones, así como las condiciones de las instalaciones y el desorden que se vive en la instalaciones por la complicidad de muchos de nosotros.
1 comentario:
Lo que cita en su blog, es muy cierto ya que los estudiantes se sumergen en el ciberespacio y es necesario estar actualizados.
Thelma García Salgado.
Publicar un comentario